Durante 35 años, la planta de energía nuclear de Emsland, en el noroeste de Alemania, ha proporcionado electricidad de manera confiable a millones de hogares y muchos empleos bien remunerados en lo que alguna vez fue una zona agrícola.
Ahora, esta y las otras dos plantas nucleares restantes del país serán apagadas. Alemania decidió hace mucho tiempo eliminar progresivamente tanto los combustibles fósiles como la energía nuclear debido a la preocupación de que ninguno de los dos es una fuente de energía sostenible.
La cuenta regresiva final del sábado —retrasada durante varios meses por la escasez de energía debido a la guerra en Ucrania— es vista con alivio por los alemanes que han hecho campaña contra la energía nuclear.
No obstante, con los precios de la energía obstinadamente altos y el cambio climático como una preocupación creciente, algunos en el país y en el extranjero califican la medida de imprudente. Mientras Alemania cierra las centrales nucleares, otros gobiernos de Europa han anunciado planes para construir otras nuevas o se han retractado de sus compromisos de cerrar las centrales existentes.
“La planta de energía nuclear de Emsland ha contribuido de manera significativa al desarrollo económico de esta región”, dice Albert Stegemann, productor lechero y legislador de la oposición demócrata cristiana que representa a la cercana ciudad de Lingen y sus alrededores en el parlamento federal.
A diferencia de algunos de sus colegas conservadores, a Stegemann no le preocupa que las luces se apaguen en Alemania cuando los tres reactores —Emsland, Neckarwestheim II e Isar II— sean apagados de manera definitiva. El cierre de otras tres plantas a fines de 2021 redujo la participación de la energía nuclear en la electricidad producida en Alemania en alrededor del 5%, pero no causó apagones.
El hombre de 47 años también es realista sobre la falta de respaldo que tiene esa tecnología entre los votantes alemanes, aunque insiste en que la gran mayoría de la gente en Lingen apoyó la planta.
“A largo plazo, la energía nuclear ciertamente no es la tecnología del futuro. Pero en este momento hubiera sido bueno poder contar con ella”, dijo.
En el contexto del ataque ruso a Ucrania y los desafíos del cambio climático, “hubiera sido prudente pensar en (retrasar el cierre) uno, dos o tres años más”, opinó Stegemann. “Los políticos necesitan adaptarse a circunstancias que cambian”, agregó. “Y acuso al gobierno de no hacer eso en absoluto”.
Preocupaciones similares se han planteado en otros sectores.
“En este momento, las plantas nucleares existentes son una fuente crucial de energía de carga base libre de carbono”, dijo Peter Fox-Penner, un ex alto funcionario del Departamento de Energía de Estados Unidos y ahora miembro sénior en el Boston University Institute for Sustainable Energy (Instituto de Energía Sostenible de la Universidad de Boston). “La eficiencia energética, la energía eólica y la solar, pronto se convertirán en fuentes dominantes, pero hasta entonces, lo más inteligente es continuar la operación de la energía nuclear existente”, siempre y cuando la seguridad sea la prioridad, dijo.
No obstante, el gobierno del canciller alemán Olaf Scholz ha dejado claro que no prevé una nueva prórroga.
“La energía nuclear es una tecnología riesgosa, y al final, los riesgos no se pueden controlar ni siquiera en un país de alta tecnología como Alemania”, dijo Steffi Lemke, ministra de Medio Ambiente, en una conferencia de prensa antes del cierre.
Citó el desastre en la planta de energía atómica de Fukushima en Japón, en 2011, cuando un tsunami cortó el suministro de energía que provocó una fusión catastrófica y evocó recuerdos del desastre de 1986 en Chernóbil, que todavía es un evento central para el movimiento antinuclear de Alemania.
Si bien el Partido Verde ambientalista de Lemke es el más estrechamente relacionado con ese movimiento, fue la excanciller Angela Merkel —entonces líder de los demócratas cristianos de Stegemann— quien desconectó la energía atómica en Alemania después de Fukushima.
La decisión condujo a una mayor dependencia de los combustibles fósiles, que ha mantenido las emisiones de gases de efecto invernadero de Alemania obstinadamente altas en comparación con vecinos como Francia, amiga de la energía atómica.
En el moderno ayuntamiento de Lingen, el alcalde Dieter Krone dijo que hay sentimientos encontrados sobre el inminente apagón nuclear, que se marcará con una pequeña ceremonia a puerta cerrada dentro de la planta.
“Para el personal, será un momento de tristeza”, dijo, y señaló que Emsland ha producido electricidad de manera segura para Alemania y sus vecinos por décadas. “Por otro lado, es el comienzo de una nueva era porque queremos entrar al hidrógeno”.
Durante los últimos 12 años, Krone y otros han trabajado para convencer a los socios públicos y privados de invertir en lo que esperan será un combustible verde clave en el futuro.
La región ya produce más energía renovable de la que consume y apunta a convertirse en un centro para la producción de hidrógeno mediante el uso de energía eólica y solar en los próximos años.
“Tenemos la gran ventaja de que toda la infraestructura, las redes, están ahí”, dijo.
Una de las instalaciones de producción de hidrógeno limpio más grandes del mundo comenzará a operar en Lingen este otoño. Una parte se utilizará para producir “acero verde”, un paso vital si la economía más grande de Europa quiere ser neutral en carbono para 2045.
“Creo que vamos a convertirnos en el lugar más grande e importante de Alemania para el hidrógeno”, dijo Krone. “Como tal, pienso que podemos decir que este es un tipo de plano para el desarrollo”.
Los críticos han advertido que, sin la energía nuclear, Alemania tendrá que depender de las plantas de carbón y gas sucios para obtener energía durante los períodos de tiempo nublado y calmado, una condición para la que los alemanes incluso ya acuñaron un nuevo término: “Dunkelflaute”.
El gobierno ha desestimado tales preocupaciones con el argumento de que, gracias a la red eléctrica integrada de Europa, Alemania puede importar energía cuando sea necesario sin dejar de ser un exportador neto.
Lemke ha descartado las sugerencias de que la política antinuclear de Alemania obstaculizará los esfuerzos para reducir las emisiones del país.
“La expansión de las energías renovables sigue siendo el camino más barato y, en particular, más rápido si queremos alcanzar los objetivos climáticos”, dijo a los periodistas en Berlín a principios de este mes, y destacó los retrasos y sobrecostos significativos en la construcción de plantas de energía nuclear en otras partes de Europa.
Mientras tanto, el precio de la instalación de energía solar y eólica ha disminuido significativamente en los últimos años, una tendencia que se prevé que continúe.
De regreso en Lingen, el activista Alexander Vent del grupo antinuclear AgIEL dice que el cierre no es el final del camino para sus esfuerzos.
“Queremos detenernos y conmemorar este día. Por supuesto que es una razón para celebrar”, declaró. “Pero para nosotros es básicamente un hito que se ha alcanzado. Ahora tenemos que mirar hacia adelante porque vemos que aún queda mucho por hacer”.
Los activistas como Vent han desplazado su enfoque hacia las instalaciones cercanas que procesan combustible nuclear para reactores en otras partes de Europa.
“Tenemos que dejar de enriquecer uranio”, dijo. “Tenemos que dejar de producir barras de combustible para todas las plantas nucleares fuera de Alemania”.